Con tantos pensamientos no podía conciliar el sueño, me levanté y salí a dar un pequeño paseo, recuerdo que la noche estaba fría pero no me importaba cualquier cosa era mejor que estar ahí acostada pensando en nada. Al doblar por la avenida principal vi una pequeña silueta a lo lejos que extendía su mano como si me estuviera invitando a realizar un viaje, eso me genero cierta intriga, no sabía a donde iría, sería algo nuevo, inesperado, enigmático, y secreto. Traería un millón de nuevas experiencias, o eso creí al ver la invitación. Me detuve al lado de una banca, la miré, medité y decidí sentarme a pensar, cuando lo hice el enorme árbol que estaba a mi espalda comenzó a dejar caer las hojas de él, éstas caían en mi regazo era el momento ideal para pensar.
Miraba al cielo esperando que este me diera la respuesta de tomar o no lo que me ofrecía, pero no pasaba nada estuve ahí por mucho tiempo, de pronto comenzó a surgir una densa niebla, ya no solo no podía descifrar mis pensamiento sino que ahora no veía mas allá de mis manos, en ese momento me pregunté si la pequeña silueta aún estaría ahí. Para salir de duda me paré y comencé a caminar en dirección a ella. Al no ver una angustia terrible llenó mi cuerpo, ya no caminaba con la misma seguridad de al principio, mis pasos eran vacilantes y no sabía hacía donde ir. Nuevamente me detuve era innecesario que siguiera, mis piernas se debilitaron y caí, el asfalto estaba mojado y era áspero, pensé que de seguro mis rodillas estarían dañadas con la caída pero no me importó reposé igualmente en el suelo, recuerdo que me dormí.
No sé cuanto tiempo pasé dormida pero al despertar ya no estaba en ese lugar, ahora estaba en la cima de una montaña, intenté levantarme pero no pude, el viento no dejaba que me pusiera en pie. Luche durante horas hasta que lo logré, cuando alce mi cabeza nuevamente la vi, a la pequeña silueta pero ahora era distinta, estaba sucia, y le podía ver su cara, su expresión era de una tristeza que no puedo explicar. Me miró y me indicó mis manos, las miré y me di cuenta que mi piel estaba completamente arrugada y seca, eran manos de una anciana. Esto me asustó y caminé hacía la silueta, pero al dar el primer paso esta desapareció, no tenía más opción que comenzar a bajar la montaña pero estaba muy cansada ya no podía más. Con el anhelo que al despertar estuviera en un lugar más ameno, me acosté nuevamente y me dormí.
Cuando desperté estaba de vuelta en mi habitación, mire mis manos y estaban normales, de alguna forma sabía que algo había perdido pero no lograba saber que era. Me puse de espalda y miré el techo, me quedé pensando por unos minutos y de pronto mis ojos se llenaron de lágrimas, éstas no dejaban de fluir, salían y salían sin parar. Y lo sentí, era un vacio en mi pecho como si me hubieran arrancado algo y que dejó una estela que causaba un dolor enorme en mi interior. Me senté y mi estomago estaba como amarrado, o eso sentía, me apretaba y me quitaba el aliento. Sabía que la única solución para calmar eso era devolver a su lugar eso que me había perdido, pero el problema es que se había ido lejos, se me había quedado en mi sueño y ahora no sabía como volver para recuperarlo. Me da miedo volver y perder algo más valioso que eso, pienso que si lo pierdo quizás nunca recupere una parte de lo que perdí en aquel nefasto sueño.
Ale Lebeau.-